lunes, 4 de agosto de 2008

Cielo desnudo

Guarda sus alas de seda mientras se desplaza por la ciudad. Las esconde bajo la cortina dorada de sus cabellos. Cuando todos han cerrado los ojos, incluyendo las hojas de los arboles, la luna y el viento, ella emprende su vuelo y vaga por los cielos desnudos, y así se filtra por los sueños. Pero esa magia inquieta que guarda durante el día, es la misma que la delata, pues se transparenta por el inigualable brillo en la hermosura de sus ojos.

Es la noche del veinticinco de un noveno mes que está por llegar. Sobrevuela los mares en su oscuridad total. Atraviesa la espesura de unas nubes de sal que le impedirán saciar su sed por el resto de la noche, pero ella continua. Yo a distancia oigo el sutil roce de sus alas y no logro despertar. Todo a lo lejos es un mundo mudo que descansa, en donde la noche cae en un silencio que tragaría a cualquiera; pero ella lo escucha todo: los sueños que viajan por el aire que navega; sueños que crean vibraciones en el viento y hacen difusa su vista. Se guía por las ondas flotantes que acarician su cuerpo; por la canción que va tarareando el cielo dormido: una serie eterna de dulces orquestas polifónicas.
Así hasta encontrar al sueño más latente, se filtra por escasos segundos y escucha. Sonríe y a veces se sonroja y la llena una hermosura tan grande, que de ser trazada en un cielo nuevo de este mundo dormido, lo llenaría de nuevas constelaciones.
Al cabo de varios vuelos se acerca la luz del amanecer. Viene con velocidad vertiginosa, pero ella sigue dentro de un sueño donde se percata de ser protagonista. El sol se avecina con zancada larga y sin posibilidad de retroceder; como las páginas de una novela que vuelan por los dedos ante tus ojos y los mios cuando va llegando a su fin...
La noche se le acaba y sus alas se agotan. Le llega por los pies la luz del alborada, y dentro de los pensamientos del soñador, ella lo oye murmurar: la verdad es que si... pienso mucho en ti, y me gusta...

1 comentario:

Adriana dijo...

Tu texto, se me presentó como los ángeles blancos que hay en el Cementerio de la Recoleta.
Te transporta, hace volar la imaginación.
muy lindo.
Adria.-