jueves, 27 de marzo de 2008

Escenario: Un Bar

Por la entrada del bar, sentado en una de las primeras mesas, se encuentra un tipo rubio con la mirada perdida. Tiene un cigarrillo en la mano apunto de quemarle los dedos. Los gritos de dos putas gordas afuera sobre la acera, son más fuertes que la música en este sitio con apeste a vomito de cerveza barata.
El piso tiene mosaicos rotos y manchas enormes de cera de vela roja. El mesero camina aprisa y encabronado por haber resbalado por segunda vez. Frente a los baños; en una mesa sucia con una botella de whisky casi vacia, esta un viejo zarrapastroso que le sonrie con mirada pervertida a la prostituta chimuela que tiene sentada en sus piernas. Ella le responde con una falsa mueca agotada. En la esquina contraria: un gordo de barba cerrada hundido en su silla, apoyado torpemente contra la pared. Lleva puesta una camisa que le queda corta y descubre su enorme pansa peluda y su profundo ombligo. Está sentado en una mesa envuelta en humo y perdiendo la paciencia por la mirada desafiante de un tipo rubio con zapatos caros, sentado cerca de la entrada.
Las mesas han sido pintadas varias veces y están todas apolilladas. Una enorme cucaracha emprende una carrera desesperada hacia la cocina desde el piso de la barra. El barman con una toalla blanca sucia al hombro, la ve de reojo y no mueve un dedo. Hay un solo candelabro colgando debilmente del techo enano y le faltan tres focos. Lo sostiene una cadena muy delgada y torcida de metal oxidado y forrado en telarañas. Los focos que apenas aluzan, están cubiertos por vitrales opacos amarillentos. Otros son rojos, y la mayoria estan rajados o rotos.
Se mastica un aire entumido y pastoso, mezclado con sudor de cebolla y alientos calurosos que penetran sin aviso. Cerca de la ventana con reja carcelaria, un hombre pequeño de rodillas temblorosas, sentado sólo. Lleva anteojos de fondo de botella y están empañados. Se enjoroba, mientras cuenta con miedo los billetes que le quedan. Un tipo corpulento de mandibula abnormalmente cuadrada, se encuentra recargado ebriamente contra la pared atrás de el. Lo acecha con su mirada escondida. Lleva una gabardina larga y roída y detrás de la solapa derecha se asoma el mango de una pistola negra con una mancha de sangre aun tibia.