miércoles, 11 de febrero de 2009

Voz de madera

Se le acercó por detrás y le tocó el hombro. Ella volteó como si hubiera estado esperándolo, con un semblante pasivo y con los mismos ojos sonámbulos con los que riega sus macetas amontonadas en casa. Llevaba frescos los pliegues de una sonrisa oculta, como la que ve a su gato soñoliento pidiéndole más leche. El la percibió simplemente como una tierna mirada bovina. Se pronunciaron gestos y cejas invitándose de la mano hacia la pista. La tomó de la cintura y sus manos se convirtieron en ojos y en lengua al sentir de ella su esbelta cadencia, pidiendo insidiosamente tenerlo más cerca aún... su mano oscilaba lenta y vacilante entre un torso aterciopelado negro y el comienzo de una leve curvatura llegando al rostro de sus nalgas perfectas. Ella recargó su frente con la de él y se vieron envueltos en un vaho dulce de labios mordidos, ojos entreabiertos y cuerpos como balsas naufragas navegando en un mar tranquilo, donde aun descansa la noche.

...siempre se me antojó tu mirada a un campo fértil para enamorarme, para sembrar mi cariño de cocodrilo exhausto, y para un día llegar enlodado de congoja a cosechar en lo amplio de tu llano mis lágrimas insulsas.

Con voz de madera seca se levantó la mañana en que ella había partido... recordó sus ojos como una melodía ondulada, violeta y suave en las orillas. De haber tenido espejo en la cocina, se habría percatado de su típica arruga gruesa sobre las cejas encontradas, como la del semblante de un taxista perdido, y habría pensado:
Que extraño el pararse frente a la mesa de desayuno, y mientras me quemo los dedos con el mango de la olla oxidada donde caliento el café, me doy cuenta que la manera de pensarte es otra mucho más palpable ahora; antes un rostro semi nebuloso que se esfumaba en cuanto volteaba a verlo de frente, y ahora eres esa cosa rara, ese vaporcito que siento dentro que me hace inflar el pecho de un aire caliente, hormigueo que no controlo, marabunta de imágenes, tus cabellos, en el amazonas que me pierde cuando me miras a oscuras, cuando quiero pensar que me miras si duermo, y que te alegra sentirme cuando apenas tus ojitos se abren en esta mañana fría, que mi almohada me tira a loco por abrazarla fuerte, y no se queja porque se hace de la vista gorda, como la vecina que no para de comer tamales, la cabrona...

1 comentario:

Nelais dijo...

...al final no era boceto

más bien historia-pasión con un final tan despojado que envuelve

saludos!